«No podemos perseguir a una comunidad que separa bien, pero a la que le mezclan los residuos», dice gobierno local.
El Ayuntamiento ha dejado de sancionar -en realidad, de denegar el descuento en la tasa correspondiente a la recogida de basura- a las comunidades que no separan de forma adecuada sus residuos. No lo hace por dejadez, sino ante una realidad nueva y difícil de abordar: los grupos de personas que rebuscan en los cubos. «No podemos ‘castigar’ a una comunidad que separa bien, pero a la que, al rebuscar, le mezclan los residuos», expone la concejala de Servicios Básicos, la socialista Ana Rivas.
Hace poco más de una década, Oviedo estaba a la cola de Asturias y de España en reciclaje de residuos. La implantación de un sistema de recogida selectiva en el que los ciudadanos separaban por tipos sus desperdicios y el Ayuntamiento les premiaba con una rebaja en la tasa del servicio, invirtió la tendencia a partir de 2009. Las estadísticas han mejorado año a año desde entonces, pero también dejan cifras preocupantes. El porcentaje de comunidades de vecinos que superaban la inspección de los técnicos sobre el correcto separado de los residuos creció desde el 25% inicial hasta acercarse al 75%, pero, con los datos del servicio se intuye una curva descendente que afecta a los meses en los que más basura se genera.
Refuerzo para la recogida de muebles y enseres
Si los operarios de la contrata detectan que hay residuos en un cubo que no corresponden «tenemos que rechazarlo», explica Rivas. Se mezcla directamente con la fracción resto, la que no separamos (aún) para su reciclaje. De hecho, Cogersa o Ecoembes, han hecho varios apercibimientos al Ayuntamiento por la mezcla de los distintos residuos a tratar procedentes del sistema de recogida de Oviedo. Y no es un asunto menor, ambas (y Ecovidrio) pagan hasta 1,4 millones de euros al año al Ayuntamiento por los residuos correctamente separados. «Cada vez que se mezcla basura perdemos dinero», admite la edil.
La solución no es fácil. El Ayuntamiento tomó medidas pera evitar que al rebuscar en la basura los desperdicios acabasen tirados en la calle. Decenas de discretas advertencias por parte de la Policía Local y del personal del servicio de Recogida de Residuos a las personas que se ven obligadas a rebuscar en los cubos sirvieron para minimizas este problema, pero no para impedir que los desperdicios se mezclen. Sancionar parece poco efectivo como medida coercitiva y aún menos como política social.
De momento, la decisión del equipo de gobierno es dejar de castigar a las comunidades, salvo los expedientes en marcha o en circunstancias comprobadas de manera directa por los inspectores del servicio, que controlan dos veces al mes el correcto separado de los residuos de cada comunidad o local comercial.
Nuevas obligaciones
No es el único problema del servicio de basuras. Se trata de un sistema complejo de gestionar y sujeto a múltiples variantes, que, sin embargo, ha logrado evitar que vayan al vertedero de Serín más de 12.000 toneladas de papel, envases y vidrio solo en 2015, el último año con datos oficiales. Pero a partir de 2019, los ovetenses tendrán que hacer un esfuerzo adicional para reducir las 63.583 toneladas de basuras que sí acabaron en la campa del basurero central de Asturias.
La normativa europea obligará a separar los restos de materia orgánica. A Ana Rivas no le preocupa su aplicación en la zona rural, «donde muchos vecinos tienen y usan una compostadora», pero otra cosa será en la zona urbana. «Nos costará dinero y nos complicará el servicio, pero no es el momento de plantear grandes revoluciones. Los contenedores soterrados en grandes ciudades no funcionan bien». La idea, aún en estudio, es añadir un nuevo color a la familia de cubos con la que los ovetenses conviven desde 2003. En principio sería marrón y en él se depositarían los restos de materia orgánica. El nuevo contenedor se sumará al código de colores actual: amarillo para envases, azul para cartón, verde para vidrio y negro para el resto.
Será de este último del que los ovetenses tendrán que ‘sacar’ la materia orgánica: restos de comida, papeles manchados con grasa o restos vegetales, para que se conviertan en humus en la planta de valorización de Cogersa. En realidad, la obligación de separar la materia orgánica de la ‘fracción resto’ no será tal hasta 2020, pero la intención municipal es adelantar un año esa fecha si se puede.
Campaña y camiones
Los cambios no son solo de colores. Aumentar el número de cubos puede obligar a modificar rutas o conllevar una ampliación de la flota de camiones y de la plantilla. Cosas que cuestan dinero. La tasa de recogida de basuras en Oviedo es baja en comparación con otros municipios y el servicio prácticamente se autofinancia entre lo que pagan los ciudadanos y las gestoras de residuos.
En realidad, nada está cerrado. El Principado anunció que publicaría una norma sobre cómo deberían separar la materia orgánica los municipios, ya que son estos los competentes en la materia, pero ésta no ha llegado. La concejalía llegó a aprobar un presupuesto de 100.000 para una campaña de sensibilización y de información para los ciudadanos, que tampoco se ha puesto en marcha. En total, el Ayuntamiento entregó al vertedero el año pasado 63.583 toneladas de basura procedente de los cubos negros, 700 más que el año 2014 y casi 300 kilogramos de residuos no separados para su reciclaje por cada habitante. La implantación de la obligación de separar los restos orgánicos reducirá sensiblemente esa cifra y generará ingresos, aún por determinar.
FUENTE: El Comercio.