Y cuando creíamos que estábamos de vuelta de todo, que nada nos podía sorprender y que casi habíamos dado con la clave para llevar la delantera al día a día de las comunidades… una pandemia mundial. Un baño de humildad que hace que de repente nos demos cuenta de lo engañados que estábamos. Lo vemos en nuestra vida cotidiana y también en la administración de fincas.
Nos encontramos ahora en una especie de limbo en el que resulta muy difícil no transmitir una cierta imagen de dejadez, cuando la realidad es todo lo contrario.
Al igual que nosotros, la Ley de Propiedad Horizontal tampoco estaba preparada para una situación como esta, y la primera de las malas noticias es que, quienes adaptan las leyes, parecen no haberse acordado aún demasiado de ella.
Lógicamente las normativas se han adaptado primando la seguridad sanitaria, entre ellas los aforos máximos en las reuniones.
En un sistema cuyo máximo órgano de gobierno es la junta de propietarios, este es un impedimento a tener en consideración y las opciones no pintan precisamente bien. La posibilidad de realizar reuniones telemáticamente aún nos parece remota, a pesar de estar en el siglo XXI, y cargar al presidente con la responsabilidad de la toma de decisiones puede resultar excesivo y, en muchos casos, inviable.
Decía antes lo de la imagen de dejadez porque a veces se piensa que a los administradores no nos gustan las reuniones y que, al no ser recomendables en estos momentos, lo estamos utilizando como excusa para evitarlas. Conviene aclarar que las reuniones nos facilitan mucho el trabajo. Puede sonar mal, pero en una comunidad de propietarios es más sencillo llevar a la práctica una decisión, que tomarla o buscar a alguien que la tome y tener que asumir responsabilidades.
Todo esto no quiere decir que no tenga su lado atractivo encontrarse en un momento en el que hay que recurrir a la imaginación para sacar adelante todos los asuntos diarios. Un punto que nos obliga a recapacitar, a cambiar los sistemas, a implementar el uso de las nuevas tecnologías en la llevanza de las comunidades (que ya iba siendo hora) y que nos hace darnos cuenta de que hay mucho que mejorar.