ARTÍCULO

EL EDIFICIO: LAS BAJANTES

Si comparáramos un edificio con el cuerpo de un ser vivo, sin duda las bajantes no saldrían muy favorecidas. La piel puede ser la fachada, el sistema de ventilación permite que el edificio respire, la calefacción mantiene una temperatura, el agua circula como si fuera la sangre por un organismo, y las bajantes…

         Dejando las metáforas aparte, las bajantes son las tuberías de desagüe del edificio y un elemento fundamental. Recogen y expulsan al exterior las aguas de lluvia (pluviales) y las residuales (fecales), bien sea compartiendo conducciones o por separado.

         No hay comunidad que no haya sufrido averías originadas en las bajantes. Atascos y fugas son el pan nuestro de cada día, pero disponemos de varias formas de prevenirlos: mantener limpios los canalones puede resultarnos útil para evitar los atascos en muchas ocasiones, así como informar a los propietarios de los materiales que no deben arrojarse por los desagües de las viviendas.

Muchas empresas especializadas ofrecen servicios de mantenimiento periódico preventivo que se encargarán de que las bajantes estén limpias y no tengan fugas. La comunidad no está obligada a tener contratado este servicio y serán los propietarios los que deban decidir al respecto en función de las características de su edificio.

Además, las compañías aseguradoras suelen contemplar en las pólizas un importe destinado a desatascos y algunas de ellas ya están incluyendo también la reparación de las bajantes privativas entre sus coberturas.

El Artículo 3 de la Ley de Propiedad Horizontal y el 396 del Código Civil determinan hasta dónde llegan las conducciones comunitarias y privativas. Generalmente se establece el final de las tuberías comunitarias y el comienzo de las privativas en la llave de corte de agua de la vivienda.

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