ARTÍCULO

HUMEDADES: LAS CONDENSACIONES

Vivir en Asturias es sinónimo de agua y el agua es el origen de las humedades. Dos obviedades que nos traen de cabeza cuando divisamos una mancha oscura en nuestra casa.

Existen varios motivos para que aparezca la humedad en nuestras viviendas. Hemos visto inundaciones, fugas en conducciones, filtraciones a través de las fachadas… y condensaciones. Pero ¿qué son exactamente las condensaciones? Pues ni idea. Hemos escuchado tantas cosas sobre ellas que nos hacen pensar que este término se utiliza cuando se quiere justificar aquellas humedades cuya aparición no se corresponde con causas más plausibles, como pueden ser las citadas anteriormente. 

Por tanto, vamos a espiar un poco en Internet a ver si sacamos algo en claro (así que no hagan mucho caso a todo esto) y, como dicen que es conveniente empezar por el principio, nada mejor que el diccionario:

Condensación: acción y efecto de condensar o condensarse. 

Condensar: convertir un vapor en líquido o en sólido.

         “Convertir un vapor en líquido”, es comprensible. En el caso que nos ocupa el vapor es el vapor de agua y el líquido es el agua. Irónicamente el vapor de agua es un gas “formado cuando el agua pasa de un estado líquido a gaseoso”. Cualquiera diría que el agua de nuestra casa se hace aire y viaja hasta nuestra pared para volver a transformarse en agua y mancharla.

         Al tema: vapor de agua que se convierte en líquido. ¿Por qué? El proceso se produce cuando el vapor de agua alcanza un valor (de temperatura, por tanto en grados) llamado punto de rocío, a partir del cual se vuelve líquido. El valor del punto de rocío se obtiene mediante una fórmula (demasiado complicada para nosotros), pero en Internet hay varias webs que lo calculan introduciendo únicamente la temperatura de la estancia y el porcentaje de humedad. 

El dato que nos interesa de todo esto es que la temperatura del punto de rocío, en general, es más baja que la temperatura ambiente, es decir, la condensación aparecerá en las zonas más frías de las habitaciones: cerca de las ventanas, detrás de los armarios, esquinas, etcétera. Otras pistas que nos ayudarán a identificarla pueden ser: el olor a humedad en la estancia; que las manchas sean de color oscuro, ya que la condensación se manifiesta en forma de moho (hongos); gotas en los cristales de las ventanas…

Para terminar vamos a ver qué encontramos acerca de la prevención y eliminación de las condensaciones. Parece ser que actividades que todos desarrollamos habitualmente aumentan el nivel de humedad en el aire, por ejemplo cocinar, planchar, secar la ropa, ducharse o respirar. Tantas como soluciones se nos ofrecen: deshumidificadores, pinturas antimoho, térmicas o termo-aislantes, morteros transpirables, no elevar demasiado el nivel de la calefacción, limpiar las manchas con productos antibacterianos, cambiar las ventanas, colocar paneles de pladur…

Hay argumentos a favor y en contra de todas estas soluciones. De momento vamos a quedarnos con la única unánimemente aceptada: mejorar la ventilación. ¿Cómo se consigue? Actualmente para ello las viviendas vienen equipadas con un sistema de ventilación forzada o artificial, cuya misión es la de expulsar el aire viciado del interior renovándolo para que no se alcance el punto de rocío. El Código Técnico de Edificación establece las características que debe tener el aire de la vivienda para evitar este tipo de problemas y el Libro de la Vivienda, que nos entregan tras adquirir una, incluye las indicaciones de uso. 

Se aconseja igualmente combinar este tipo de ventilación con la tradicional (abrir las ventanas) preferiblemente creando corrientes, aunque hay variaciones respecto al tiempo que deben tenerse abiertas, desde cinco minutos diarios a todo el día en posición de microventilación. 

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